Este es un claro ejemplo de activismo judicial. Una jueza no elegida decidió que su opinión personal pesa más que la Constitución de Utah y la voluntad del pueblo — y eso es inaceptable. Nuestra Constitución debe ser interpretada, no reescrita desde el estrado. Los habitantes de Utah merecen jueces que defiendan la ley tal como está escrita, no que la manipulen para avanzar su propia agenda. La jueza dirigió todo el proceso, estableció plazos agresivos y se negó a conceder una extensión para el dibujo del mapa por parte de la legislatura. Movimos a 104 legisladores bajo esos plazos y ella misma no se molestó en emitir la decisión antes de un cuarto para la medianoche. Seguimos su dirección en cada paso del camino — resulta que ella lo estaba orquestando desde el principio.