Hay pocas cosas tan perniciosas como la valorización del "activismo" como un valor en sí mismo. Es un medio para un fin cuyo valor se determina por el valor de los fines que persigue; alentar la actividad como un fin en sí mismo crea una situación en la que las personas que buscan ser activistas llegan a superar con creces las causas dignas disponibles que necesitan activismo, y así el triunfo de causas estúpidas.