Un tren sale de la estación. Algunos pasajeros se bajan temprano, otros suben a mitad de camino, y otros se quejan de las paradas. ¿Pero el conductor? Nunca duda de las vías. Porque no importa los retrocesos, las curvas o los túneles, el tren está destinado a llegar. Esa es la cultura que necesitamos recuperar: fe en el viaje, paciencia en el trayecto y alegría en construir a lo largo del camino.
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