Los jueces que abdican de su deber permiten que los asesinos vuelvan a las calles. Los oficiales de policía que juraron proteger y servir a menudo miran hacia otro lado. Esto no está sucediendo solo en algún lugar lejano, está sucediendo en nuestras comunidades locales, miles de ellas, la mayoría dirigidas por gobiernos municipales blandos más enfocados en la ideología que en el orden. Cada caso, por sí solo, parece ser una anomalía. Pero cuando te alejas y ves el panorama completo, revela algo mucho más oscuro: un creciente desprecio por la ley, el orden y la responsabilidad, los mismos fundamentos de una república civilizada. Insto a todos a involucrarse localmente en la política y no asumir que el gobierno tiene en mente su mejor interés.