El colapso de un edificio en el Bronx es prueba de que las ciudades estadounidenses son incapaces de financiar a los ilegales y también de cuidar de carreteras, edificios e infraestructura obsoletos. Los ciudadanos primero, los ilegales al final. Estas ciudades más antiguas tienen cientos de miles de millones de dólares en mantenimiento diferido y observan cómo los gobiernos locales reaccionan de manera exagerada con regulaciones excesivas que exigen a los propietarios de propiedades invertir dinero que no tienen, lo que resultará en quiebras bancarias y una ola de inversiones fallidas.