JPM y DBS acaban de demostrar que el dinero real de los bancos puede moverse en redes públicas. Eso es un progreso. ¿El siguiente desafío? Hacer que esos movimientos sean finales, legales y utilizables en muchos bancos, no solo en dos. Ahí es cuando el dinero digital deja de ser un experimento y se convierte en infraestructura.