No hay banquete que no termine, la fiesta de dos años ha llegado a su fin, los manjares ya se han consumido, solo quedan sobras frías y un desorden total. Las personas inteligentes ya se han saciado y se han ido sin hacer ruido, mientras que tú, que te das cuenta tarde, aún no quieres irte, golpeando el cuenco con los palillos, fantaseando con la esperanza de un próximo plato delicioso y abundante, pero al final lo que llega es la enorme cuenta de esta fiesta, siempre hay alguien que tiene que pagar, y esta vez eres tú quien paga. Nos vemos el próximo año de competición, querido compañero de trinchera.