Un león macho y una tigresa pueden producir un ligre, el gato grande más grande del mundo. Un tigre macho y una leona, en contraste, producen un tigón, que es notablemente más pequeño. Los ligres (padre león, madre tigresa) pueden superar los 400 kg (880 lb), eclipsando al típico león macho (230 kg) o tigresa (170 kg). Este gigantismo surge porque los genes que suprimen el crecimiento, presentes en ambas especies puras, están ausentes o silenciados en el híbrido, permitiendo un desarrollo sin restricciones. Los tigones (padre tigre, madre leona) promedian solo 180 kg, a veces más ligeros que la madre leona (hasta 181 kg). Aquí, los genes inhibidores del crecimiento de ambos padres permanecen activos, limitando el tamaño. Aunque los ligres y tigones comparten especies parentales idénticas, la dirección del cruce altera drásticamente la expresión genética y la masa corporal final, ilustrando el poderoso y matizado papel de la genética materna y paterna en el desarrollo híbrido.