Una cosa a la que sigo volviendo mientras creo esta colección es la línea de inspiración detrás de ella. Las flores han vivido en el arte durante siglos, moldeadas por tantas manos y visiones, así que se convirtió en una búsqueda de encontrar mi propia voz. Este verano vi una exposición en el Thyssen en Madrid que incluía varias obras de Georgia O’Keeffe y me detuvieron en un instante. Me llevaron a un mundo que se sentía crudo, íntimo y extrañamente nuevo. Entendí que si quería crear algo significativo, necesitaba permitirme sentir esa misma intensidad mientras hacía mis propias piezas. Mi investigación me llevó más tarde al MALBA en Buenos Aires, donde la imaginería fantástica de Frida Kahlo y Leonora Carrington abrió otra puerta. Su energía femenina mítica y poderosa me ayudó a terminar las últimas imágenes mientras exploraba temas que me costó imaginar estos últimos meses. Me hizo ver algo con claridad: los sujetos en el arte pueden regresar una y otra vez, pero lo que les da propósito es la forma en que cada artista elige contar la historia.