Lo más afortunado de emprender es poder contar con un equipo en el que la mayoría de los miembros son responsables. Lo más peligroso es tener más de lo que se necesita y no ver que la mediocridad es el verdadero pecado. Lo que más pone a prueba es cómo llevar este resorte poco a poco hasta el límite. Lo más difícil es cómo, en un momento determinado, comenzar a generar una fuerza conjunta armoniosa y duradera.