Había una vez un hombre que encendió un fuego en el frío. Algunos se reunieron a su alrededor cuando las llamas brillaban, pero cuando el fuego se debilitó, la mayoría se fue. Solo unos pocos se quedaron, soplando sobre las brasas, manteniéndolo caliente hasta que el fuego volvió a crecer. Nunca los olvidó porque cuando llega la tormenta, no es la multitud la que te salva, son los pocos que se mantuvieron firmes. Cuida de esos pocos.