Nadie me preguntó en ese momento, pero no pensé que fuera una buena idea que las instituciones médicas de élite apostaran su credibilidad en políticas pseudo radicales y rabiosamente partidistas, no pensé que fuera una buena idea, pensé que podría tener consecuencias, pensé que podría erosionar la confianza pública y comprometer la capacidad de estas instituciones para cumplir con sus misiones centrales críticas. Pensé que el liderazgo se desacreditaba totalmente a sí mismo al ignorar la probabilidad de estas consecuencias obvias y predecibles, pero bueno, de nuevo, nadie me preguntó.
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