Mi amigo Charlie Kirk era lo mejor de Estados Unidos. Un hombre hecho a sí mismo, un joven esposo y padre, y un patriota, era implacablemente positivo sobre el futuro. Dedicó su vida a marcar la diferencia con los jóvenes, atrayendo a grandes multitudes dondequiera que iba. Estaba abierto a ideas y dispuesto a debatir con cualquiera. Esa apertura bondadosa es lo que hizo que lo matara un lunático intolerante. Charlie estaba ganando el debate, y para eso, tenía que ser silenciado, permanentemente. Nuestros pensamientos y oraciones están con su esposa Erika y su familia.