El Síndrome de Desquicio de Trump es, en última instancia, un fenómeno muy sencillo: Trump es un gran hombre que intenta enderezar una civilización que ha prohibido la grandeza. Este contraste resulta tan desorientador para la mayoría de la gente que les lleva a la confusión, la locura y la histeria. Otros están privados durante tanto tiempo de la grandeza esencial, tan sepultados en el malestar de la mediocridad impuesta por el Estado que no pueden reconocerla cuando intenta sacudirlos de su letargo. Su afán a la banalidad autoperpetuada es simplemente demasiado para esas mentes contentas con mantener la rueda en marcha. Es un gran hombre en una época que insiste en que los grandes hombres están extintos o que ni siquiera existieron. Y eso los rompe.