Es indicativo de la podredumbre cultural que cualquiera esté dispuesto a tomarse en serio a alguien que insiste en estar tan mal arreglado. Auron "MacIntyre" no tiene por qué ser tan fea, tan pálida y grasienta, con una barba tan escasa, pero, como cualquier influencer izquierdista obesa, con el pelo azul y piercing en el tabique, la elección de la fealdad es la clave. Atrae a una audiencia de perdedores que se niegan a mejorarse siquiera en los pequeños detalles y que aman ser mimados y afirmados en esa mentalidad de víctima descuidada y de baja agencia.