Cada generación jura que vivió "los mejores años", pero San Francisco de 2010 a 2015 realmente se sintió como magia. Acabábamos de salir arrastrándonos de la crisis financiera, y los amigos que apostaban por la tecnología en vez de por las finanzas estaban montando pequeñas startups raras, experimentando y, sobre todo, intentando entender la vida. El móvil estaba explotando, así que había un montón de cosas realmente chulas que construir. Toda la escena se sentía pequeña e íntima. Podías entrar en The Independent, Rickshaw Stop o Fox Theater y ver a Phoenix, Chvrches, Tycho o quien fuera que estuviera explotando. Las ciudades evolucionan, y San Francisco ha cambiado igual que cualquier otro lugar. Sé que ahora todo el mundo está esforzándose, haciendo 996 y persiguiendo la próxima gran novedad. Pero espero que la Generación Z pueda sentir aunque sea un fragmento de cómo fue aquella era anterior, cuando el futuro lo construían personas que también se divertían de verdad.