Keith Murdoch, nacido en Dunedin, Nueva Zelanda, jugó para los All Blacks entre 1970 y 1972 y solía acosar a periodistas. Ganó el partido contra Gales y luego fue descartado y enviado a casa tras pelear en el pub y perseguir mujeres. Cambió de avión en Singapur y desapareció en la remota Australia Occidental. Aparece de nuevo en Nueva Zelanda salvando a un niño de ahogarse y luego huye de periodistas, de vuelta a Washington. Cuando un joven aborigen local que intentó entrar en la casa de Murdoch desapareció, fue citado diciendo: "No creo que vuelva"; el cuerpo fue encontrado más tarde en una mina abandonada. Sus compañeros de copas en Australia Occidental no supieron que jugaba al rugby hasta después de su muerte en Carnarvon en 2018.