Mi mujer y yo no tuvimos hijos hasta los 40. ¡La vida sin hijos era genial! La paternidad es agotadora y a veces incluso resulta poco gratificante. Pero también me ha enseñado cosas nuevas sobre mí, mi mujer y la vida. ¿Merece la pena el esfuerzo de autodescubrimiento? Para mí, sin duda. Para otros, no sé.