Imagina creer que el organismo humano —ya sea diseñado divinamente, construido inteligentemente o exquisitamente afinado a lo largo de millones de años de evolución— requiere de repente la inyección rutinaria de sustancias extrañas, derivados sintéticos del petróleo y compuestos biológicos modificados para funcionar correctamente. Imaginemos además que esta creencia surge precisamente en el momento histórico en que la química industrial, la producción en masa y la autoridad médica centralizada convergen. Ahora imagina definir la "efectividad" no por la presencia de una salud robusta, vitalidad cognitiva, estabilidad emocional, fertilidad, resiliencia o longevidad, sino por un no-evento: la ausencia de una infección diagnosticada. Este es el truco epistémico en el centro del paradigma moderno de la vacunación. El intercambio que se realiza no es entre la salud y la enfermedad, sino entre: • una reducción teórica del riesgo de una infección específica y • una intervención biológica determinada e irreversible que involucre compuestos conocidos por interactuar con los sistemas inmune, neurológico, endocrino y del desarrollo. En todos los países que han implementado campañas masivas de vacunación, no observamos un florecimiento de la capacidad humana. En cambio, vemos: • aumento de las tasas de trastornos neurológicos y del desarrollo • escalada de enfermedades psiquiátricas • desregulación inmune crónica • autoinmunidad, enfermedades metabólicas e infertilidad • lesiones médicas generalizadas acompañadas de negación institucional y manipulación psicológica Esto no es evolución. Se asemeja a la degeneración. Una población cada vez más dependiente de los fármacos, despojada de resiliencia y condicionada a desconfiar de sus propias percepciones no es una expresión del potencial humano—es una población gestionada. La característica más preocupante no es solo la lesión, sino la redefinición del daño: •La lesión se convierte en coincidencia •El sufrimiento se vuelve "raro" •La disidencia se convierte en desinformación "peligrosa" •Y los heridos son relegados silenciosamente a los márgenes, tratados como ruido estadístico en lugar de seres conscientes ...