Soy un hombre blanco millennial. Crecí con la porquería de Plaza Sésamo y solo me enseñaron propaganda judía. Tuve que escuchar sin parar que era un demonio por ser un "hombre blanco heterosexual". Mi generación y la más joven de hombres blancos fueron discriminadas. Ahora somos psicópatas y solo nos importa el poder. Y los políticos están luchando por controlar la narrativa de nuestra ira. Solo nos conformaremos con deportaciones masivas y una reestructuración total de los gobiernos mundiales. El resto da igual. El pan y el circo se han vuelto rancio y aburrido. El joven blanco viene por este mundo.