El fraude en la guardería somalí parece una película de los hermanos Coen. Una parodia tan absurda y cohesionada de tantos problemas que no puede ser real. Me encantaría creer que esta vez se mantendrá porque la indignación de la gente normal es universal. No hay nada más escandaloso que el robo deliberado de impuestos, y los culturalmente conscientes Learing Centers for Autistic Kids son para siempre memorables y memeables. Pero apenas hay historias sobre esto en la prensa generalista, y no solo por el sesgo habitual. ¿Cómo empieza el periódico de referencia a cubrir una historia que confirma, con detalles ridículos, el tipo más decadente de decadencia institucional? ¿Una historia que valida los argumentos centrales de un movimiento político con imágenes y recursos argumentales demasiado descabellados para la sala de guionistas? Esto es cine, no noticias. La historia está completamente muerta sin X y puede que no sobreviva tanto como debería.