Una mujer británica es despertada bruscamente en medio de la noche. No por un crimen. No por cargos. Por "consejos" sobre sus publicaciones en 𝕏. Así es como opera la policía de Keir Starmer en el Reino Unido. No necesita redactar nuevas leyes para silenciarte; simplemente envía oficiales a tu puerta cuando estás más vulnerable. El momento es el arma. Estás aturdido, desorientado, más propenso a incriminarte y a acabar en prisión. Starmer lo llama proteger la "cohesión comunitaria". En la práctica, es una represión del discurso, impuesta por visitas policiales que están destinadas a intimidar en lugar de procesar. Es un condicionamiento: hacer que las personas duden de cada palabra que dicen en línea. Tiene un efecto paralizante sobre la libertad de expresión.