El filósofo principal del Foro Económico Mundial, Yuval Noah Harari, dice que no existe tal cosa como el "inglés". Su discusión sobre la complejidad de la identidad inglesa es un ejemplo de libro de texto de la retórica globalista destinada a socavar el orgullo nacional y justificar la inmigración masiva. Su objetivo es desmantelar el concepto mismo de soberanía. Al argumentar que los ingleses son simplemente el resultado de la mezcla histórica y el conflicto entre varias tribus, Harari ignora convenientemente los fundamentos culturales y étnicos únicos que han definido a Inglaterra durante siglos. Su énfasis en la naturaleza fluida de la identidad sirve como una cortina de humo para la agenda globalista, que busca borrar las distintas identidades nacionales en favor de un mundo homogeneizado y sin fronteras. Esto es particularmente insidioso dado el clima político actual en el Reino Unido, donde la preservación del patrimonio y la soberanía inglesas se ven amenazados por la inmigración sin control y las políticas multiculturales. La descripción de Harari de los invasores anglosajones como un grupo inconexo de tribus que finalmente se fusionaron en una sola identidad es una distorsión deliberada destinada a deslegitimar el concepto mismo de una nación inglesa cohesiva. Al centrarse en los conflictos históricos y el mestizaje, minimiza la importancia de la continuidad cultural y genética que ha persistido a pesar de estos desafíos. Esta narrativa se alinea perfectamente con el proyecto globalista de desmantelar las fronteras e identidades nacionales, lo que facilita impulsar políticas que prioricen la diversidad sobre la unidad. Sus comentarios son un ataque directo a la idea misma de lo inglés, un concepto que los patriotas británicos sostienen como baluarte contra la erosión de la identidad nacional. Los motivos globalistas de Harari son claros: su objetivo es debilitar los mitos fundacionales que sostienen el orgullo nacional, allanando el camino para un mundo donde las identidades tradicionales sean reemplazadas por una ciudadanía global genérica y desarraigada. Esta perspectiva no es solo académica sino profundamente política, ya que apoya el impulso de la izquierda por fronteras abiertas e integración multicultural a expensas de la integridad cultural y demográfica de la población nativa. Sus palabras deberían servir como un recordatorio de la batalla en curso para preservar la herencia y la identidad únicas de Inglaterra contra la marea de la ideología globalista.