Carney: Sabemos que este proceso de décadas de nuestra relación económica cada vez más estrecha entre Canadá y Estados Unidos ha terminado. Y como consecuencia de eso, muchas de nuestras fortalezas se han convertido en vulnerabilidades, especialmente en aquellas industrias más estrechamente integradas con Estados Unidos. Titular del año pasado: El 75% de nuestras exportaciones fue a EE. UU. El 90% de nuestras exportaciones de madera fue a EE. UU. El 90% de nuestras exportaciones de aluminio fue a Estados Unidos. El noventa por ciento de nuestras exportaciones de acero iba allí. Todo ello destinado a un mercado único que ha cambiado. En general, para la economía canadiense, estimamos que los aranceles estadounidenses y la incertidumbre que generan costarán a los canadienses alrededor del 1,8% del PIB. Eso supone unos 50.000 millones de dólares perdidos de nuestra economía, o el equivalente a 1.300 dólares por cada canadiense. Y esto está ocurriendo rápido. Es una ruptura, lo que significa que nuestra estrategia económica debe cambiar de forma drástica y rápida. Y ese cambio está en el Presupuesto 2025 — nuestro plan para afrontar estos desafíos y salir aún más fuertes, para llevar nuestra economía de la dependencia a la resiliencia, y darnos mucho más de lo que cualquier nación extranjera puede quitar.