La ciencia tiene un gran problema: toneladas de estudios no se sostienen cuando se vuelven a probar. Se llama la crisis de replicación. Ahí es donde entran los mercados de replicación. En lugar de solo revisión por pares, las personas pueden apostar sobre si un estudio se replicará. La lógica es simple: cuando hay dinero en juego, la gente aporta conocimiento real. Expertos, investigadores, incluso forasteros informados contribuyen con sus ideas. Las probabilidades de estos mercados actúan entonces como un puntaje de probabilidad → mostrando qué estudios son probablemente sólidos y cuáles podrían ser inestables. ¿El resultado? Mejores señales sobre lo que es real frente al ruido. Y todo el campo científico se beneficia. Los mercados de predicción no son solo finanzas, pueden ser un bien público.