Una de las cosas que más me gusta de David Lynch es que tuvo una infancia perfectamente normal. No fue abusado ni abandonado. Creció en un ambiente saludable. Los entrevistadores a menudo intentaban indagar en su pasado, asumiendo que contenía el material traumático que él evoca. En realidad, era lo contrario. Amaba a su madre y a su padre, ambos trabajaban duro y pasaban mucho tiempo con él y sus hermanos. Estaba tirando de un hilo que intuyó a lo largo del camino, externo a su mundo inmediato, lo que lo hace aún más inquietante. Hasta donde sabemos, no experimentó las cosas extrañas y horribles que él mismo había imaginado. Venía de algún otro lugar que solo él podía entender. Verdaderamente una imaginación asombrosa.