🔴 La UE votó a favor del euro digital. El 19 de diciembre, el Consejo Europeo adoptó su posición, acercando discretamente a Europa un paso más hacia una moneda digital pública: Una decisión bien recibida por la Comisión Europea y, como era de esperar, por el Banco Central Europeo. De hecho, el @ecb ahora está en gran medida solo: es el único banco central del mundo que realmente ha impulsado una CBDC minorista hasta ahora, mientras que la mayoría de los demás proyectos se han ralentizado, pausado o abandonado. El momento no es neutral. Esta votación se produjo apenas tres días después de que el presidente francés @EmmanuelMacron pidiera públicamente la creación de un euro digital — junto con las stablecoins denominadas en euros. Una primera vez para un jefe de Estado europeo. Y una señal política clara. Formalmente, el texto trata sobre la moneda de curso legal, la aceptación en efectivo y el acceso a dinero físico. El siguiente paso ahora está en el Parlamento Europeo. Su ponente, @Fernando Navarrete (@EPPGroup), no está alineado con la Comisión ni con el BCE, lo que prepara el terreno para largas y potencialmente tensas discusiones sobre casos de uso, elecciones de diseño y la relevancia general del proyecto. Pero el problema más profundo no es legal. Es tecnológico. Como llevamos diciendo meses (años?!!) en @TheBigWhale_, el dinero ha entrado en una nueva fase. 👉 El dinero ya no es solo político y financiero — ahora es completamente tecnológico. Y aquí es donde el euro digital se enfrenta a su mayor desafío. Frente a stablecoins altamente desarrolladas y denominadas en dólares — rápidas, programables y globales por diseño — un euro digital mal diseñado corre el riesgo de parecer una "versión chip" del dinero: pública, rígida y tecnológicamente superada. Criticado por los bancos, cuestionado por los responsables políticos, incomprendido por los ciudadanos, el euro digital hoy solo tiene un verdadero defensor convencido: el propio BCE. La verdadera pregunta sigue sin cambios: ¿un euro digital para qué exactamente? Y en un mundo de dólares digitales competitivos, ¿lo verán los europeos como una oportunidad — o como una limitación?