Esta vez, al regresar a casa para cuidar a mi padre, de repente me di cuenta: este podría ser el punto de inflexión en la mediana edad de la vida.\nLa salud de los mayores comienza a deteriorarse, enfermedades, hospitales, cuidados... todo esto te cae de golpe. Parece que cada año, en todo el mundo, innumerables personas de mediana edad experimentan esta escena al mismo tiempo. A simple vista, somos más capaces y podemos ganar más dinero que cuando teníamos veintitantos, pero al mismo tiempo, los riesgos también han aumentado. Lo realmente difícil es cómo equilibrar: cuidar de los mayores, de los pequeños y, además, sostenerse a uno mismo. Siempre he creído en el "estoicismo". En pocas palabras, se trata de distinguir primero: qué es lo que puedo controlar y qué es lo que no puedo controlar. Luego, pensar si esta situación puede traerme algún beneficio, aunque sea temporalmente imperceptible. Al principio, pensé que esta experiencia no tenía "significado", pero luego me di cuenta de que en realidad me ayudó a aclarar: por qué vivo. Durante el tiempo que mi padre estuvo enfermo en el hospital, de repente entendí, que mi familia en Nueva Zelanda es mi mayor apoyo. Esos proyectos, logros y títulos que antes me importaban tanto, por muy brillantes que sean, algún día tendrán su final. Algunos terminarán de manera satisfactoria, otros de manera apresurada—y no depende de nosotros decidirlo. Ahora creo más que nunca que este tren de la vida no se ha detenido, simplemente ha cambiado de vía. La mediana edad no es una crisis, sino una oportunidad para un nuevo comienzo. La mayor ganancia es que finalmente tengo claro el tipo de vida que quiero. Ya no desperdicio mi tiempo en cosas que no valen la pena. Aunque esas cosas parecieran muy prestigiosas y brillantes hace diez años. ...