Desde los descubrimientos de Pasteur en la década de 1860, hemos estado en guerra con el mundo microscópico, sin apreciar en absoluto el papel vital que juegan los microorganismos en nuestra salud física y mental, y en la salud del entorno más amplio. Llegaremos a apreciar que uno de los factores clave en la explosión de enfermedades crónicas—desde el autismo hasta el síndrome del intestino irritable—es el asalto implacable a los microorganismos que habitan en nuestros cuerpos.