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isabelle 🪐
Construyendo un futuro radical con la electricidad nuclear | @isodope
Durante el Proyecto Manhattan, científicos del gobierno estadounidense realizaron experimentos dudosos en humanos para comprender los efectos del plutonio en el cuerpo, sin consentimiento informado.
Entre 1945 y 1947, 18 pacientes hospitalizados (en su mayoría considerados terminales) fueron inyectados en secreto con plutonio. Has leído bien.
Uno de ellos, Albert Stevens, diagnosticado erróneamente con cáncer de estómago terminal, acumuló la dosis de radiación más alta conocida en cualquier ser humano: 64.000 milisieverts (mSv) durante los ~21 años que vivió tras la inyección.
Para comparar:
• El estadounidense medio obtiene unos 6,2 mSv al año de origen natural (rayos cósmicos, radón, rocas) y fuentes médicas. Un total aproximado de 490 mSv a lo largo de 79 años de vida.
• Los trabajadores de radiación estadounidenses (personal de la central nuclear, fotógrafos médicos, incluso auxiliares de vuelo frecuentes) están limitados a 50 mSv al año.
• En Chernóbil, algunos primeros intervinientes recibieron dosis agudas de hasta 13.400 mSv, administradas en horas o días. Provocó graves enfermedades por radiación y muertes.
Stevens acumuló más de 130 veces la dosis de radiación de toda la vida de una persona promedio; ¡y unas 4–5 veces más que las dosis agudas más altas recibidas por algunos primeros intervinientes de Chernóbil!
Sin embargo, vivió otros 21 años, falleciendo a los 79 años por una enfermedad cardíaca (no relacionada con la radiación).
Nunca desarrolló cáncer por plutonio y, aunque tenía problemas estomacales continuos y posterior degeneración espinal (posiblemente relacionada con plutonio depositado en huesos), no tenía enfermedad aguda por radiación ni efectos debilitantes evidentes.
La diferencia clave era que su dosis masiva era crónica, extendida lentamente durante décadas por el plutonio alojado en sus huesos y órganos.
Las dosis agudas altas, como Chernóbil, saturan los mecanismos de reparación del cuerpo y destruyen células y tejidos.
La exposición crónica a bajas dosis permite tiempo para la reparación del ADN, haciéndola menos letal.
Este caso pone de manifiesto enormes fracasos éticos en la investigación temprana sobre radiación, pero también cómo la tasa de dosis cambia drásticamente el impacto de la radiación.
Cuanto más la estudiamos, más matizada y fascinante se vuelve la radiación.

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Deberíamos invertir absolutamente en la fusión.
Pero afirmar que es lo que reducirá el coste de la electricidad y permitirá que Estados Unidos domine la IA es una locura.
La revolución de la IA está ocurriendo hoy, mientras que la fusión como fuente de energía no existe.

Just the News19 dic, 08:46
"Cuando esto termine... este será el descubrimiento e invento más importante desde el primer Proyecto Manhattan." - @DevinNunes sobre la fusión con @TAE
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