Todo lo que se encarece más que la inflación es algo que el gobierno subvenciona, regula o controla directamente. Atención sanitaria. Educación. Vivienda. Cuidado infantil. Todo lo que se abarata y mejora con el tiempo queda en manos de la competencia, la innovación y el intercambio voluntario. No es casualidad. Eso es causalidad. El Estado no solo sube los precios. Destruye incentivos, congela la innovación, bloquea la ineficiencia y luego devaluación de la moneda para ocultar el daño. Pagas más, recibes menos y te dicen que estés agradecido. Lo que realmente es irracional es esta contradicción: La gente se indigna porque alguien acumula riqueza ofreciendo un valor que elige comprar libremente. Sin embargo, exigen activamente más poder para instituciones que empeoran la vida, cuestan más cada año y nunca mejoran, a pesar de los ingresos en constante aumento. La riqueza privada solo crece si la gente recompensa voluntariamente el valor. El poder del gobierno crece incluso cuando falla. Si los precios altos se debieran a la "codicia", los mercados competitivos mostrarían el mismo patrón. No lo hacen. Solo los sectores protegidos de la podredumbre de la competencia. Esto no es un fallo de mercado. Es el fracaso inevitable que garantiza la planificación centralizada.