La Ley del Éxito dice que el éxito a menudo conduce a la arrogancia, y la arrogancia conduce al fracaso. Lo que significa es que cuando una marca se vuelve exitosa, las personas dentro de la empresa comienzan a creer que no pueden estar equivocadas. Dejan de prestar atención a lo que está cambiando afuera porque piensan que su nombre por sí solo es suficiente para mantenerlos en la cima. Hemos visto esto suceder tantas veces, especialmente en industrias que se mueven rápido como la cripto. Cuanto más crece una marca, menos escucha. Comienza a centrarse en sí misma en lugar de en el mercado. Las empresas que se mantienen fuertes suelen ser las que siguen cuestionando lo que hacen, que mantienen viva su curiosidad incluso cuando están liderando. El momento en que un equipo cree que lo ha descubierto todo es cuando deja de evolucionar, y es entonces cuando los competidores silenciosamente toman su lugar. El éxito debería hacerte más agudo, no más lento, que es el equilibrio más difícil de mantener.