Durante la Segunda Guerra Mundial, el 10% de los comandantes de división fueron relevados, aunque el ascenso basado en el rendimiento hizo que no terminara su carrera; mientras tanto, ningún comandante de teatro fue despedido en Irak o Afganistán Eisenhower: "La doctrina estadounidense siempre ha sido asignar una misión a un comandante de teatro, proporcionarle una cantidad definida de fuerza y luego interferir lo menos posible en la ejecución de sus planes. Si los resultados obtenidos por el comandante de campo resultan insatisfactorios, el procedimiento adecuado no es aconsejarle, reprenderle ni acosarle, sino reemplazarlo."