La cocina china eleva la textura (kougan) a una forma de arte que a menudo desconcierta a los occidentales, celebrando sensaciones gelatinosas, resbaladizas y cartilaginosas que los paladares occidentales tienden a rechazar históricamente. Esta obsesión está codificada en el propio idioma, que posee docenas de términos específicos de un solo carácter para distintas sensaciones en la boca—como el rebotante Q o el resbaladizo huá—mientras que los idiomas europeos a menudo requerirían una oración completa para explicar la misma compleja sensación física.