La mediocridad en una organización suele manifestarse de la misma manera: Personas que carecen del conocimiento o la habilidad para entender el trabajo, que ignoran hechos y principios, pero que son rápidas en poner excusas, crear obstáculos e intentar dictar decisiones para las que no están cualificados. Cada empresa debe aprender a reconocer y protegerse contra este patrón — porque el verdadero progreso está impulsado por quienes combinan experiencia, propiedad y respeto por el oficio.